Nació el 7 de mayo de 1840. Es sin dudas uno de los compositores más importantes en el panorama mundial y en particular en el nacionalismo ruso. Autor de seis sinfonías, tres conciertos para piano y violín y muchas partituras más incluidas sus óperas. Fue todo un “romántico” soñador, con ese desbordante sentimentalismo eslavo presente en su música pura; pero cuando trabajó para la danza de teatro, es decir para el ballet, y al tener que ajustarse al argumento y a las exigencias de los coreógrafos, se desprendía de sus propias angustias y lograba diseñar páginas felices, de contagiosa alegría y suma elegancia.
En 1877 escribió su primera partitura para ballet, “El lago de los cisnes”* en 1889 se dedicó a “La bella durmiente del bosque”‘ y como consecuencia del éxito de estos dos trabajos, se le encargó una más. Se trataba del cuento de Hoffmann “El Cascanueces y el Rey de los Ratones” al que puso gran dedicación, al punto que él la encontró “infinitamente mejor que las anteriores” El colorido y la energía de esta obra, repleto de momentos en donde la fantasía creadora se convierte en un arte superior, hicieron de “El Cascanueces” una obra única e imperecedera. El impacto de las obras de Tchaikovski establecieron nuevos estándares para el papel de la música en el ballet clásico; su dominio de las danseuse (melodías que se ajustan a los movimientos físicos a la perfección), junto con su viva orquestación, temas efectivos y continuidad de ideas eran inauditas en el género.
Obras realizadas en el ciclo: El Cascanueces | El Lago de los Cisnes